EL EDIFICIO
El edificio de la Fundación Proa se desarrolla sobre la base de edificios ya existentes. El original, de mayor valor, es el único que conservó su fachada y sus dos lotes contiguos en donde se encontraban antiguamente dos casas típicas de la zona.
El proyecto se realizó bajo las premisas de resaltar la visibilidad, la transparencia, la accesibilidad y la interacción con el mundo externo. Bajo estas premisas, y a medida que se recorren las salas, se observa un dialogo constante entre el interior y el exterior, generado principalmente por sus grandes aventanamientos ubicados en las circulaciones que permiten encuadrar la vista hacia el riachuelo, que se encuentra al frente. La terraza, en donde se encuentra la cafetería, es también un punto panorámico que brinda grandes visuales hacia el exterior, integrando al edificios con su entorno y siendo parte del mismo.
Cada una de las salas de exposiciones tiene características espaciales propias. Esto se da a raíz de tener que adaptarse a algunas de las estructuras originales de los edificios existentes y a la irregularidad propia de los lotes que le dieron una geometría particular al edificio.
La fachada se destaca como un punto de interés adicional. La original, que fue conservada, es la que le da la escala al edificio y, a su vez, la mimesis de ritmos y proporción de llenos y vacíos con las edificaciones del barrio. En contraposición, los nuevos sectores del frente, conformados principalmente por grandes frentes vidriados, generan un contraste tanto por su materialidad, como por su composición.